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Mi vida

Fui conocido en mi casa como Pepe. Nací el ocho de junio de 1873 en el pueblo de Monóvar, Alicante; fui el primogénito de nueve hermanos.

Mi padre era abogado y un político conservador que llegó a ser alcalde de su pueblo; mi madre era una terrateniente local. Ambos eran personas religiosas y cultas.

Fui un niño solitario al que le gustaba mucho la lectura.  Estudiaba en el internado de los Padres Escolapios en Yecla, Murcia, donde permanecí ocho años.

La distancia de mi madre y el estricto ambiente de estudio no me dejó buenos recuerdos, tal y como relaté, años después, en Memorias inmemoriales.

Cursé la carrera de Derecho en Valencia pero, en lugar de estudiar, me dediqué a asistir a tertulias de café, interesándome por la literatura y la política. Centré mi interés en las lecturas sobre el krausismo, un movimiento orientado a la renovación de la vida nacional a través de la enseñanza, y el anarquismo.

Los primeros textos que escribí son artículos periodísticos que publiqué bajo diversos seudónimos. Usé los seudónimos de Fray José, en La Educación Católica de Petrer, Juan de Lis en El Defensor de Yecla, etc. Escribí también en El Eco de Monóvar, El Mercantil Valenciano e incluso en El Pueblo en periódicos de la región valenciana. Redacté también artículos de crítica teatral, centrando mi interés en los de marcada crítica social.

En mis años universitarios hice traducciones del francés, de obras de teatro y de escritos anarquistas.

Con el bagaje político que fui acumulando, publiqué dos ensayos sobre las principales teorías anarquistas.

Al igual que para Valle-Inclán, Benavente o Baroja, mi carrera universitaria tuvo algo de imposición familiar, con lo que mis estudios quedaron apartados ante el encanto de los ambientes literarios y el deseo de influir en la sociedad. Nunca llegué a finalizar la carrera, a pesar de presentarme a exámenes en varias universidades.

En 1896 viajé a Madrid con una recomendación de un periodista consagrado, Luis Bonafoux, que me permitió incorporarme como colaborador fijo del diario El País, empleo que perdí al año siguiente. Decidí entonces colaborar con distintos medios de prensa de ideología republicana. Publiqué artículos muy polémicos, de ideología ácrata, que me brindaron una cierta reputación.

Son años de vida bohemia en los que conocí a Ramiro de Maeztu y a Pío Baroja con los que constituí el autodenominado Grupo de los Tres, nombre con el que publicamos conjuntamente un artículo en la revista Juventud.

 

A partir de 1902 publiqué una trilogía de novelas de carácter autobiográfico: La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo. Adquirí entonces una reputación como escritor.

A partir de 1904 empleé el seudónimo Azorín, utilizando el nombre de uno de mis personajes.

 

A partir de 1907 fui diputado del Partido Conservador en cinco legislaturas, ocupando también el cargo de Subsecretario -segundo responsable, inmediatamente detrás del ministro- en el Ministerio de Instrucción Pública.

 

En 1908 me casé con Julia Guinda Urzanqui, con la que no tuve hijos.

Mi éxito profesional y mi nueva situación familiar fueron acompañados de un giro radical en mi ideario y en actuación política.

Comencé a escribir en el periódico monárquico ABC, con el que colaboré durante el resto de mi vida, poniéndome a las órdenes de los dos líderes conservadores a quien tanto critiqué: Antonio Maura y Juan de la Cierva.

 

Durante esta etapa de activismo político comencé a escribir narraciones sobre mis viajes por España, que publiqué en ABC y luego reuní en títulos como Castilla (1912).

 

En 1913 fue rechazada mi candidatura a la Academia de la Lengua; decisión que motivó que se me hiciera un homenaje de desagravio en Aranjuez, Madrid,  al que asistieron, entre otros José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez y Pío Baroja. Finalmente, en 1924  fui admitido en la Real Academia.

 

Los años de la Dictadura de Primo de Rivera supusieron el final de mi carrera política ya que me negué a colaborar con el nuevo régimen y me dediqué al periodismo de viajes y a la redacción de ensayos sobre personajes clásicos de la literatura, como Don Juan (1922) o Doña Inés (1925). También produje textos de narrativa vanguardista influidos por el estilo del poeta Rainer María Rilke.

 

Al igual que los hermanos Machado, durante la Dictadura me dediqué a escribir obras de teatro, un género para el que había una gran demanda. En un breve periodo de dos años escribí Old Spain (1926), Brandy mucho brandy (1927) y La comedia del arte (1927).

A diferencia de las obras de los Machado, mis producciones no gozaron del favor del público por lo que no insistí en este género.

 

Durante la Segunda República me mantuve alejado de la política activa y continué colaborando con el diario ABC.

El comienzo de la Guerra de 1936 me sorprendió en Madrid, desde donde escapé a Francia. Me instalé en París y allí pasé la mayor parte de la guerra. Más tarde narraré esta experiencia en mi libro Españoles en París (1939).

 

Al finalizar la guerra regresé a Madrid y retomé mi colaboración con el periódico ABC. Después de un rechazo inicial, por parte de los falangistas que no me perdonaron mis oscilaciones políticas, conseguí que las autoridades franquistas me fuesen incluyendo en el grupo de intelectuales del régimen,  acercamiento que se acabaría traduciendo en varios premios y condecoraciones.

 

Durante esta etapa escribí profundas reflexiones sobre España que plasmé en títulos como Pensando en España (1940) y Sintiendo España (1942).

En mis últimos años me dediqué intensamente a ver películas de cine, un arte al que dediqué numerosos artículos de prensa.

Fallecí El 2 de Marzo de 1967, a los noventa y cuatro años de edad.

 

Mi obra

Mi producción literaria tiene también un gran valor estilístico. Mi forma de escribir, muy peculiar, se caracteriza por el impresionismo descriptivo, por el uso de una frase corta y de sintaxis simple, por el menudeo de un léxico castizo y por las series de dos adjetivos unidos por una coma. Entre mis técnicas literarias más innovadoras está el uso, a la manera de Virginia Woolf, de personajes que viven al mismo tiempo en varias épocas de la historia, como Don Juan o Inés, fundiendo a la vez mito y eterno retorno.

Como ensayista dediqué especial atención a dos temas: el paisaje español y la reinterpretación impresionista de las obras literarias clásicas.

 

En los ensayos dedicados a la situación española se observa el mismo proceso evolutivo que marcó a toda la Generación del 98: en mis primeras obras se examinan aspectos concretos de la realidad española y se analizan los graves problemas de España, en Castilla (1912) mi objetivo es profundizar en la tradición cultural española (reflexiones que surgen espontáneamente a partir de pequeñas observaciones del paisaje), además de incorporar un sentido del tiempo cíclico inspirado en Nietzsche.

 

Entre mis ensayos literarios destacan Ruta de Don Quijote (1905), Clásicos y modernos (1913), Los valores literarios (1914) y Al margen de los clásicos (1915). En ellos, mi intención no es la de hacer un estudio pormenorizado de los textos, sino despertar la curiosidad y el interés ofreciendo una lectura impresionista de los mismos que destaque sólo los elementos más significativos de los mismos para mi personalidad. Por tanto, me limita a expresar mis impresiones y reflexiones personales sobre la literatura española. También destaca La Andalucía trágica. Es un ensayo añadido a la obra de Los pueblos (edición en 1914). En ella fui a Andalucía y recorrí la zona de Sevilla. Al principio mandé crónicas a El Imparcial y el gobierno se sentó molesto, por lo cual el director del periódico me pidió que no mandese más. Publiqué una entrevista que me costó la expulsión del periódico y me llevó a trabajar en ABC. La Andalucía trágica era de 1904 a 1905, anterior a Los pueblos y posteriormente añadida.

B.- Novela

Mis novelas se pueden dividir en cuatro etapas:

La primera etapa muestra predominio de los elementos autobiográficos y de impresiones suscitadas por el paisaje. El protagonista es Antonio Azorín (del cual tomé mi seudónimo), personaje de ficción que se convierte en la conciencia de su creador. Estas novelas son un pretexto para desarrollar mis experiencias vitales y culturales. A ella pertenecen La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).

En la segunda etapa, abandoné los elementos autobiográficos, si bien continué reflejando mis propias inquietudes en los personajes: la fatalidad, la obsesión por el tiempo, el destino, etc. Una muestra de ello es Doña Inés (1925). A esta misma etapa pertenece Don Juan (1922), basada en la conversión cristiana del mito.

A la tercera etapa pertenecen Félix Vargas (1928), Superrealismo (1929) y Pueblo (1939), marcadas por el vanguardismo y por el drama personal y cosmológico inspirado en el gran poeta austroalemán Rainer María Rilke.

En la cuarta etapa, tras un período de relativo silencio profundamente marcado por la contienda civil, vuelví a la narrativa con El escritor (1941), la novela rosa María Fontán (1943) y La isla sin aurora (1944).

 

LA VOLUNTAD

Mi retrato

Yo a los ocho años

Mi esposa y yo en nuestra casa

Yo en París

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